lunes, 8 de diciembre de 2008

Monólogo de Hamlet

Vuelvo por estas tierras blogueras que tengo abandonadillas con un poquito de Shakespeare, que nunca viene mal...:)

Ser o no ser, esa es la cuestión.
¿Qué es más noble para el alma
sufrir los golpes y las flechas de la injusta fortuna
o tomar las armas contra un mar de adversidades y
oponiéndose a ella, encontrar el fin?
Morir, dormir... nada más;
y con un sueño poder decir que acabamos con el sufrimiento del corazón
y los mil choques que por naturaleza son herencia de la carne...
Es un final piadosamente deseable.
Morir, dormir, dormir... quizá soñar.
Ahí está la dificultad.
Ya que en ese sueño de muerte,
los sueños que pueden venir cuando nos hayamos despojado
de la confusión de esta vida mortal,
nos hace frenar el impulso.
Ahí está el respeto que hace de tan larga vida una calamidad.
Pues quien soportaría los latigazos y los insultos del tiempo, l
a injusticia del opresor,
el desprecio del orgulloso,
el dolor penetrante de un amor despreciado,
la tardanza de la ley,
la insolencia del poder,
y los insultos que el mérito paciente recibe del indigno
cuando él mismo podría desquitarse de ellos con un puñal.
Quejarse y sudar bajo una vida cansada,
pero el temor a algo después de la muerte
El país sin descubrir de cuya frontera ningún viajero vuelve
aturde la voluntad y nos hace soportar los males
que sentimos en vez de volar a otros que desconocemos.
La conciencia nos hace cobardes a todos.
Y así el nativo color de la resolución enferma
por el hechizo pálido del pensamiento y empresas de gran importancia y peso
con lo que a esto se refiere,
sus corrientes se desbordan
y pierden el nombre de acción.

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